viernes, mayo 04, 2007

Se mueve la inconformidad social

Julio Hernández López

Se mueve, a pesar de los aplastantes recursos puestos en juego por los poderosos de México para impedir que llegara a la Presidencia de la República un reformista que habría estirado los años de vida de un sistema político en agonía; a pesar del uso criminal de la propaganda, sobre todo la televisiva, para dividir a los mexicanos e inocular el virus de la desesperanza que, se suponía, habría de paralizar a los ciudadanos, y a pesar de la diaria presencia amenazante de tropas policiales (o policías militares) desperdigados por todo el país con pretextos explícitos como la lucha contra el narcotráfico o no reconocidos oficialmente, como el espionaje y la infiltración de movimientos populares y el control o supresión de esos focos de molestia o insubordinación sociales.

No está en sus mejores momentos el proyecto de dictadura disfrazada que el 2 de julio del año pasado creyó tomar el poder que Chente Fox mantenía en estado caricatural. El presidente del empleo no logra entregar buenas cuentas en materia económica, y diariamente recita ante audiencias distraídas su canto de falsas victorias oficiales: dice que hace, que inaugura, que proyecta, que consolida, que ofrece, pero nada es diferente de lo poco de antes (poco, pero muy televisado). El presidente de la mano firme ve naufragar su lance disparatado de declarar la guerra a un narcotráfico que forma parte inseparable del tejido de los poderes político y económico de nuestro país: muertos hay por doquier en este episodio de presunto combate al comercio ilegal de drogas y ahora el político de la casaca verde olivo exageradamente holgada observa que el avispero insensatamente alborotado afecta a quienes heroicamente le sostienen en el cargo presidencial, los militares.

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