domingo, mayo 13, 2007

¿Transición democrática?

Marcela Gómez Zalce

La mentira, mi estimado, es para sobrellevar el pasado; la verdad para enfrentar al futuro. Con delicados síntomas termina la agitada semana donde las notas en medios oscilaron entre la roja y las que pintan de cuerpo entero a un país profundamente desigual.

Botones, my friend, hubo, lamentablemente, de sobra:

La nota de las ejecuciones, la de los continuos ajustes de cuentas, la de explicar torpemente, como el procurador en Baja California, Antonio Martínez Luna, lo inexplicable de sus relaciones peligrosas, la del ¿desafío? a nuestras fuerzas armadas por parte del narcotráfico, la de la brutal e infame sentencia de 67 años de prisión a los dirigentes del Frente de Pueblos Unidos en Defensa de la Tierra (hoy que, paradojas de la vida, se habla desparpajadamente de revivir el proyecto del aeropuerto en Texcoco); la de las estupideces y el cinismo de un controvertido gobernador, como el de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, y sus declaraciones alrededor de las causas de la muerte de Ernestina Ascencio en Zongolica, caso que impunemente se pretende cerrar; la de la peligrosa incontinencia verbal de Miguel Ángel Yunes (a quien sus neuronas políticas se le han achicharrado por el infame calor) al afirmar que quien se ampare contra la Ley del ISSSTE pierde sus derechos, quizá pensando, que la pradera en llamas se apaga echando más gasolina y la delicada decisión de Felipe Calderón en su búsqueda por convencer y legitimarse utilizando como escudo al Ejército mexicano.

Malas señales y pésimos augurios. Porque la historia nos ha demostrado que lo que mal comienza, mi estimado, mal termina.

Hace tan sólo algunos meses el discurso central era la transición democrática, la de convencer a millones de renegados de esa mínima diferencia, la urgencia en la conciliación, la de gobernar para todos los mexicanos sin distingos, la lucha contra el crimen organizado, entre otras cosillas más.

Hoy es imposible hablar de transición democrática con el Ejército en las calles que, bajo la justificación de combatir a un cártel, blandiendo un cheque en blanco pavimenta el camino de los bazucazos. Sin marco jurídico y una ausencia preocupante de legalidad. Al crimen organizado se le combate con información de inteligencia e investigando el lavado de dinero y sus rutas, no por pitazos y acciones que, como en Michoacán, huelen a venganza. Más aún cuando a los héroes militares fallecidos en la “emboscada” circulaban en un automóvil no oficial, vestidos de civil y armados hasta los dientes... por eso la versión sobre una confusión. El monumental operativo en Carácuaro donde se detuvieron a 36 personas, 13, amable lector, serán procesados... pero no por esos hechos, lo cual sienta un delicado precedente.

El nacimiento del cuerpo de élite en la Sedena —que en los hechos existía con otro nombre— para proporcionar apoyo a las autoridades civiles, en tareas de restauración del orden y seguridad pública dependiendo directamente de (la mano firme, of course) Calderón, levanta dudas y atractivas inquietudes. Si existe la célebre PFP y este Cuerpo de Fuerzas de Apoyo Federal (CFAF), ¿cuál será el simpático criterio presidencial para que unos u otros salgan a la calle para restaurar el orden y la seguridad pública? Ya ni hablar de los riesgos de estar... contaminados.

Si le suma que para andar de gira nacional verde olivo en Operativos espectaculares whatever mostrando músculo y colosal armamento para darle su coscorrón al narco está costando un dineral, esta aventura, my friend, la convierte en el mediano plazo... económicamente inviable. Quizá para ayudar a elevar el ego presidencial, reflejado en encuestas de aceptación está sirviendo, pero como resultado de una estrategia integral de combate efectivo contra la delincuencia organizada, digamos... no.

Al explosivo caldo habría que agregar que nuestras fuerzas armadas estarán sujetas a un escrutinio... internacional, en caso de cometer excesos, e indicios, querido lector, ya los hay. Y con eso de que hay altas probabilidades de juntarse el hambre social con las ganas de comer, al final será un lose —lose para el verde olivo que, gracias a su incuestionable lealtad, está siendo utilizado de manera abierta y peligrosa por Felipe Calderón, pero no sólo para hacer tareas que, gracias a incapacidades civiles no le corresponde, sino peor aún... para legitimarse.

El retroceso en el accidentado camino de la endeble democracia mexicana, my friend, es, sencillamente, brutal.

No hay comentarios.: