Alejandro Gertz Manero
El clamor y la violencia mundiales se multiplican ante la escalada brutal en los precios y ante la escasez de los alimentos, ya que en el último año el trigo ha incrementado su valor en 100%, y desde enero hasta la fecha el arroz dio un salto de 141% (datos de The Economist), todo lo cual ha traído como consecuencia el empobrecimiento y la angustia de los más necesitados en el mundo.
En Perú la semana pasada un grupo de mujeres indignadas increpó a su presidente, que tuvo que ordenarle al ejército que repartiera raciones de emergencia, mientras en el Cairo multitudes enardecidas asaltaban panaderías, y frente a ello el gobierno ordenó al ejército que produjera pan al costo; en Afganistán, en Haití, en Somalia y en Filipinas estos hechos se repiten, y se están promulgando leyes de emergencia para castigar con cárcel el ocultamiento de cualquier insumo alimenticio. En Camerún 24 personas murieron en revueltas callejeras propiciadas por el hambre, y en Estados Unidos se raciona el arroz en los supermercados.
Este fenómeno mundial es consecuencia de las alzas desmesuradas e injustificadas en los precios del petróleo y de todos sus derivados, que en cinco años se han multiplicado casi 1000%, sin que la demanda hubiera tenido ni con mucho un crecimiento semejante; y esta especulación despiadada se ha valido de guerras, de fraudes financieros, de petrodólares falsos, de quiebras bancarias y bursátiles fenomenales para ir trepando sobre todos estos cadáveres económicos y humanos, en su afán desmedido e implacable por lucrar con un producto que cuesta dos dólares extraerlo y lo están vendiendo en 120, lo cual es inadmisible y socialmente criminal, ya que estos precios son el detonador de alzas desmesuradas en el costo de los fertilizantes, el diesel agrícola, las tarifas de transportación de carga y de toda la cadena productiva alimentaria.
Por otra parte, la necesidad de buscar alternativas en combustibles ha multiplicado el uso del maíz para producir etanol, lo que también ha redundado en una notable escasez de este grano, mientras los especuladores de las comodities hacen su agosto en las bolsas de valores medrando con el hambre del mundo entero.
En México esta situación está empezando a impactar en la inflación, que ya casi alcanza 5% anualizado, lo que implica una amenaza para la estabilidad económica del país, ya que importamos casi 13 mil millones de dólares en alimentos, de los cuales mil 800 millones son de maíz, 947 de trigo, 284 de arroz y 269 de sorgo; la soya, la carne y otros alimentos suman otros 5 mil 400 millones de dólares.
Hasta ahora el país no ha resentido escasez porque nuestras reservas en dólares nos permiten entrar al mercado internacional de alimentos en forma prioritaria, pero esta situación, que seguirá agravándose, nos puede llevar a una crisis social de consecuencias gravísimas, si no entendemos que la independencia alimentaria, que perdimos por el derroche de la corrupción y por el neoliberalismo apátrida debe recuperarse con urgencia y eficacia antes de que sea demasiado tarde y nos hallemos en la situación que están padeciendo muchos países hermanos.
editorial2003@terra.com.mx
El clamor y la violencia mundiales se multiplican ante la escalada brutal en los precios y ante la escasez de los alimentos, ya que en el último año el trigo ha incrementado su valor en 100%, y desde enero hasta la fecha el arroz dio un salto de 141% (datos de The Economist), todo lo cual ha traído como consecuencia el empobrecimiento y la angustia de los más necesitados en el mundo.
En Perú la semana pasada un grupo de mujeres indignadas increpó a su presidente, que tuvo que ordenarle al ejército que repartiera raciones de emergencia, mientras en el Cairo multitudes enardecidas asaltaban panaderías, y frente a ello el gobierno ordenó al ejército que produjera pan al costo; en Afganistán, en Haití, en Somalia y en Filipinas estos hechos se repiten, y se están promulgando leyes de emergencia para castigar con cárcel el ocultamiento de cualquier insumo alimenticio. En Camerún 24 personas murieron en revueltas callejeras propiciadas por el hambre, y en Estados Unidos se raciona el arroz en los supermercados.
Este fenómeno mundial es consecuencia de las alzas desmesuradas e injustificadas en los precios del petróleo y de todos sus derivados, que en cinco años se han multiplicado casi 1000%, sin que la demanda hubiera tenido ni con mucho un crecimiento semejante; y esta especulación despiadada se ha valido de guerras, de fraudes financieros, de petrodólares falsos, de quiebras bancarias y bursátiles fenomenales para ir trepando sobre todos estos cadáveres económicos y humanos, en su afán desmedido e implacable por lucrar con un producto que cuesta dos dólares extraerlo y lo están vendiendo en 120, lo cual es inadmisible y socialmente criminal, ya que estos precios son el detonador de alzas desmesuradas en el costo de los fertilizantes, el diesel agrícola, las tarifas de transportación de carga y de toda la cadena productiva alimentaria.
Por otra parte, la necesidad de buscar alternativas en combustibles ha multiplicado el uso del maíz para producir etanol, lo que también ha redundado en una notable escasez de este grano, mientras los especuladores de las comodities hacen su agosto en las bolsas de valores medrando con el hambre del mundo entero.
En México esta situación está empezando a impactar en la inflación, que ya casi alcanza 5% anualizado, lo que implica una amenaza para la estabilidad económica del país, ya que importamos casi 13 mil millones de dólares en alimentos, de los cuales mil 800 millones son de maíz, 947 de trigo, 284 de arroz y 269 de sorgo; la soya, la carne y otros alimentos suman otros 5 mil 400 millones de dólares.
Hasta ahora el país no ha resentido escasez porque nuestras reservas en dólares nos permiten entrar al mercado internacional de alimentos en forma prioritaria, pero esta situación, que seguirá agravándose, nos puede llevar a una crisis social de consecuencias gravísimas, si no entendemos que la independencia alimentaria, que perdimos por el derroche de la corrupción y por el neoliberalismo apátrida debe recuperarse con urgencia y eficacia antes de que sea demasiado tarde y nos hallemos en la situación que están padeciendo muchos países hermanos.
editorial2003@terra.com.mx
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