lunes, octubre 20, 2008

Radio y televisión con destos

Jorge Moch
tumbaburros@yahoo.com

Para Andrés y Marco, porque lo suyo
no fue espectáculo, sino pura valentía

A quienes conciben la radio y la televisión –e internet– como medios que privilegien el entendimiento, la comunicación y la inteligencia por encima de réditos, facturas y jugosas campañas de publicidad comercial y propaganda política, el mundillo tufoso de los medios los trata de orates. De utopistas. De idealistas, como si soñar la utopía o defender ideales fueran perversiones, porque así de jodido está el mundo y de trastocado el espíritu humano. Los medios electrónicos, como los conocemos hoy que son industria, son la prueba irrefutable de la enajenación y la insania que nos caracterizan como generación. Signo de los tiempos que corren y dios en la cartera de cada quién o en sus cuentas offshore, hoy tan vapuleadas por un colapso que algunos díscolos aplaudimos: tengan ultracapitalistas changos su virote.

¿Qué insensato se atreve a crear, operar, mantener y oh, anatema, subsidiar medios que busquen ver más allá de las facturas y los depósitos bancarios? Pues por el verde y llovido sureste, en Veracruz y, para ser más específico, en un pueblito cafetalero de estampa que se llama Teocelo, nada menos que la mismísima gente.

Radio Teocelo nació hace cuarenta y tres años, a mitad de los psicodélicos años sesenta, por iniciativa –en principio se pensó como un proyecto de índole vinculable, aunque no necesariamente comunitaria, una radio que permitiera mejorar la comunicación entre los cafeticultores de la región– de un empresario cafetalero local. La cercanía de la teología de la liberación en los años ochenta, representada por los presbíteros jesuitas del combativo Fomento Cultural y Educativo, la llevaría con pasos larvarios hacia lo que es hoy, un proyecto de la gente para la gente, sin tintes empresariales ni de proselitismo religioso y, desde luego, sin amagos políticos o partidistas (aunque obvio es que, siendo una radio de índole social, los demiurgos tecnócratas de los priysimos y panismos locales la tildan de perredista). Una radio al servicio de sus escuchas.

La de Radio Teocelo es, con todo y vaivenes de cooptación, de irritación de tlatoanis y caciques (es desde luego un medio opositor a cualquier forma de abuso gubernamental o caciquil), una historia de éxito. Casi una raya en el agua en un país (y un estado, por ejemplo durante los funestos sexenios de Patricio Chirinos o Miguel Alemán) donde la radio comunitaria ha sido damnificada de la represión y víctima de caciquismos retrógrados y brutales. Los ejemplos sobran y tristemente destellan, por ejemplo, en la vapuleada Oaxaca, que inexplicablemente sigue flagelando el priísta Ulises Ruiz como desgobernador, amo y señor feudal: la radio comunitaria en diversos municipios sigue siendo el blanco inerme de las fuerzas del odio y la estupidez institucionalizadas. Baste recordar casos como los de la radio de los hermanos triquis, los asesinatos a mansalva de sus dulces y jovencísimas conductoras, o el asalto en despoblado a la radio mazateca Nnandia', en la sierra de Oaxaca, porque las radios comunitarias, en esencia, promueven la defensa de los derechos humanos en sus comunidades, generalmente indígenas.

La diferencia en Radio Teocelo, como dice su director durante los últimos veinticinco años, Elfego Riveros, es su gente. Hace poco más de dos años, Juan Pablo Romo y Leopoldo Hernández, jóvenes inconformes con el sistema político veracruzano y la vasta red de complicidades del también gobernador priísta Fidel Herrera, se sumaron a Radio Teocelo para impulsar Teocelo tv , un ambicioso proyecto de producción de documentales de video sobre la vida en la región y el pueblo, y así mismo creadores, junto con Riveros, de Altavoz , un pequeño pero combativo periódico local que no da respiro a gobernantes y funcionarios corruptos. Es la gente, insiste Riveros ante la incredulidad de este escribidor, la que sufraga los gastos de los tres medios, la que los defiende y mantiene (bien entendieron los teocelenses aquello de que información es poder). Uno de los programas de más éxito es Cabildo abierto, en que la gente cuestiona abiertamente el desempeño de sus funcionarios municipales, con una amplia cobertura de cinco municipios: Teocelo, Coatepec, Ixhuacán, Xico y Cosautlán. Desde luego, los cuestionamientos no les gustan a los presidentes municipales y ya hay un par de ellos que pretende zafarse del incómodo escrutinio social. A ver si la gente, ya conocedora de sus derechos, y política y socialmente concientizada como en pocas regiones rurales de México, se lo va a permitir.

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