Luis Paredes
Después de plantear un diagnóstico sobre la evolución de la izquierda mexicana, expondremos nuestra opinión sobre el génesis del partido que se asume como “expresión política” de la Izquierda Mexicana…
El PRD nace de un embuste, de la patraña de que Cuauhtémoc Cárdenas ganó las elecciones presidenciales de 1988, cuando tal trama fue urdida por Manuel Bartlett y por Carlos Salinas de Gortari para minimizar el extraordinario avance que con Manuel Clouthier como candidato del PAN, tuvo la derecha en esa elección (Chivo-comentario: Supersic!!!).
Ni en 1994 ni en el 2000, Cuauhtémoc ni el PRD tuvieron expectativas reales de conquistar la presidencia, y sobre todo contra Vicente Fox fue más que obvio que la dinosáurica función del Ingeniero, era impedir la victoria de la verdadera oposición… la de la derecha.
Desde 1988 los perredistas han vivido fuera de la realidad creyéndose ese mito que siguen difundiendo muchos comunicadores anhelantes de un régimen de izquierda, y que por sus prejuicios sobredimensionan a ese partido negándose a reconocer que hubo –y algo queda de ella– una derecha inteligente, que siguió métodos de lucha mucho más serios, responsables y eficaces, que le condujeron a Los Pinos y que goza de tanta legitimidad como la que pueda tener cualquier izquierda.
También han sido renuentes a reconocer lo que se ha ido haciendo inocultable: que en México esa presunta izquierda no es ni ha sido una corriente de pensamiento político, sino una artera forma de chantaje para enchufarse a las ubres del erario y de los subsidios universitarios…
En México no se ha desarrollado un partido de izquierda moderno y democrático por una fundamental falla de origen: Todos los movimientos y partidos de “izquierda” surgidos hasta la fecha fueron creaciones del autoritario PRI para combatir a la derecha católica –que no al capitalismo salvaje–, y porque muchas políticas izquierdistas implementadas por los gobiernos priístas derivaron en rotundos fracasos envueltos en la más desvergonzada corrupción.
El PRD no es excepción. Surge de la aparente escisión del ala más izquierdista (neocardenista) de un PRI que, obligado por la realidad, se reorientaba hacia el mercado, a la que se adhieren las diversas hordas de porros “socialistas” que pululaban por el país, que así se acomodaron en un vehículo que a todos acercaría a mejores formas de medrar –según los métodos del PRI– dando continuidad a los usos y costumbres del viejo sistema, y manteniendo todas sus taras genéticas.
Así pues, EL PRD ES DE ORIGEN UN PROTECTORADO PRIÍSTA COLONIZADO POR DINOSAURIOS TRICOLORES que lo han controlado y presidido desde su fundación y hasta la llegada de Jesús Ortega, quien inició su carrera no en el PRI, pero sí en uno de sus satélites: el PST.
Hasta hoy, todos sus dirigentes han replicado lo peor de los vicios priístas –dogmatismo, autoritarismo, populismo, intolerancia, demagogia y cinismo–, simulando ser un partido de izquierda, pero su identidad e imagen pública distan mucho de parecer democráticas.
Por el contrario, son y se manifiestan rijosos, insensatos y abusivos como han sido históricamente la multitud de pandillas que en su seno se han acomodado (que no estructurado) cuyas tropelías –plantones, disturbios, sediciones, tribunazos– hemos combatido siempre aquellos a quienes se nos reprocha –intolerantemente– ser de derecha.
Los impostores que se nos han presentado como la “izquierda mexicana” no han logrado el nivel de las izquierdas europeas ni de la chilena, de la uruguaya o la argentina, porque el PRI le arrebató sus dogmas y porque ayuna de epopeya se embriagó en la bacanal de corrupción a la que fue convidada por los dinosaurios tricolores.
El origen genético de este “partido” fue promiscuo e incestuoso, y como toda procreación entre individuos del mismo linaje, suscitó taras físicas y psicológicas irreversibles.
Es así que Andrés Manuel –presa del complejo de Edipo–, en un parricidio político, eliminó a Cuauhtémoc, sedujo a su alma mater (el PRD) y le inseminó dirigentes, candidatos y verdades oficiales. Tal vez eso explique cómo es que el PRD, azuzado por López Obrador, pareció compelido a sodomizar frenéticamente a las “instituciones” desquiciando la vida nacional…
Como secuelas de 2006, el descrédito de López Obrador, la debacle electoral, la disputa por los dineros y prerrogativas del PRD, el cochinero que resultó ser su elección interna, la consolidación del control de “Los Chuchos” sobre las estructuras del PRD, el desmembramiento del FAP, las irreconciliables rencillas entre chuchos y pejes, los reacomodos de liderazgos –Marcelo Ebrard, Cuauhtémoc Cárdenas–, las nuevas alianzas y cohabitaciones forzadas dejan ver la fatiga en sus elementos estructurales que por momentos parecen ceder al esfuerzo cortante, presentando escenarios propicios para el surgimiento de un partido de izquierda moderno e inteligente, y no necesariamente el PRD relanzado...
México exige un partido de izquierda de clase mundial que reconozca la eficiencia del mercado como generador de riqueza, y que impulse el papel del Estado como garante de la justicia e impulsor del desarrollo más allá de los alcances del mercado.
Ser de izquierda no es combatir a la derecha, es suplir sus deficiencias y comprender que ésta compensa las fallas de la izquierda, que también las tiene y no son pocas ni menores...
www.yoinfluyo.com
Después de plantear un diagnóstico sobre la evolución de la izquierda mexicana, expondremos nuestra opinión sobre el génesis del partido que se asume como “expresión política” de la Izquierda Mexicana…
El PRD nace de un embuste, de la patraña de que Cuauhtémoc Cárdenas ganó las elecciones presidenciales de 1988, cuando tal trama fue urdida por Manuel Bartlett y por Carlos Salinas de Gortari para minimizar el extraordinario avance que con Manuel Clouthier como candidato del PAN, tuvo la derecha en esa elección (Chivo-comentario: Supersic!!!).
Ni en 1994 ni en el 2000, Cuauhtémoc ni el PRD tuvieron expectativas reales de conquistar la presidencia, y sobre todo contra Vicente Fox fue más que obvio que la dinosáurica función del Ingeniero, era impedir la victoria de la verdadera oposición… la de la derecha.
Desde 1988 los perredistas han vivido fuera de la realidad creyéndose ese mito que siguen difundiendo muchos comunicadores anhelantes de un régimen de izquierda, y que por sus prejuicios sobredimensionan a ese partido negándose a reconocer que hubo –y algo queda de ella– una derecha inteligente, que siguió métodos de lucha mucho más serios, responsables y eficaces, que le condujeron a Los Pinos y que goza de tanta legitimidad como la que pueda tener cualquier izquierda.
También han sido renuentes a reconocer lo que se ha ido haciendo inocultable: que en México esa presunta izquierda no es ni ha sido una corriente de pensamiento político, sino una artera forma de chantaje para enchufarse a las ubres del erario y de los subsidios universitarios…
En México no se ha desarrollado un partido de izquierda moderno y democrático por una fundamental falla de origen: Todos los movimientos y partidos de “izquierda” surgidos hasta la fecha fueron creaciones del autoritario PRI para combatir a la derecha católica –que no al capitalismo salvaje–, y porque muchas políticas izquierdistas implementadas por los gobiernos priístas derivaron en rotundos fracasos envueltos en la más desvergonzada corrupción.
El PRD no es excepción. Surge de la aparente escisión del ala más izquierdista (neocardenista) de un PRI que, obligado por la realidad, se reorientaba hacia el mercado, a la que se adhieren las diversas hordas de porros “socialistas” que pululaban por el país, que así se acomodaron en un vehículo que a todos acercaría a mejores formas de medrar –según los métodos del PRI– dando continuidad a los usos y costumbres del viejo sistema, y manteniendo todas sus taras genéticas.
Así pues, EL PRD ES DE ORIGEN UN PROTECTORADO PRIÍSTA COLONIZADO POR DINOSAURIOS TRICOLORES que lo han controlado y presidido desde su fundación y hasta la llegada de Jesús Ortega, quien inició su carrera no en el PRI, pero sí en uno de sus satélites: el PST.
Hasta hoy, todos sus dirigentes han replicado lo peor de los vicios priístas –dogmatismo, autoritarismo, populismo, intolerancia, demagogia y cinismo–, simulando ser un partido de izquierda, pero su identidad e imagen pública distan mucho de parecer democráticas.
Por el contrario, son y se manifiestan rijosos, insensatos y abusivos como han sido históricamente la multitud de pandillas que en su seno se han acomodado (que no estructurado) cuyas tropelías –plantones, disturbios, sediciones, tribunazos– hemos combatido siempre aquellos a quienes se nos reprocha –intolerantemente– ser de derecha.
Los impostores que se nos han presentado como la “izquierda mexicana” no han logrado el nivel de las izquierdas europeas ni de la chilena, de la uruguaya o la argentina, porque el PRI le arrebató sus dogmas y porque ayuna de epopeya se embriagó en la bacanal de corrupción a la que fue convidada por los dinosaurios tricolores.
El origen genético de este “partido” fue promiscuo e incestuoso, y como toda procreación entre individuos del mismo linaje, suscitó taras físicas y psicológicas irreversibles.
Es así que Andrés Manuel –presa del complejo de Edipo–, en un parricidio político, eliminó a Cuauhtémoc, sedujo a su alma mater (el PRD) y le inseminó dirigentes, candidatos y verdades oficiales. Tal vez eso explique cómo es que el PRD, azuzado por López Obrador, pareció compelido a sodomizar frenéticamente a las “instituciones” desquiciando la vida nacional…
Como secuelas de 2006, el descrédito de López Obrador, la debacle electoral, la disputa por los dineros y prerrogativas del PRD, el cochinero que resultó ser su elección interna, la consolidación del control de “Los Chuchos” sobre las estructuras del PRD, el desmembramiento del FAP, las irreconciliables rencillas entre chuchos y pejes, los reacomodos de liderazgos –Marcelo Ebrard, Cuauhtémoc Cárdenas–, las nuevas alianzas y cohabitaciones forzadas dejan ver la fatiga en sus elementos estructurales que por momentos parecen ceder al esfuerzo cortante, presentando escenarios propicios para el surgimiento de un partido de izquierda moderno e inteligente, y no necesariamente el PRD relanzado...
México exige un partido de izquierda de clase mundial que reconozca la eficiencia del mercado como generador de riqueza, y que impulse el papel del Estado como garante de la justicia e impulsor del desarrollo más allá de los alcances del mercado.
Ser de izquierda no es combatir a la derecha, es suplir sus deficiencias y comprender que ésta compensa las fallas de la izquierda, que también las tiene y no son pocas ni menores...
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2 comentarios:
Quien es Luis Paredes ademas de un reaccionario?. No tiene ni puta idea de lo que es la izquierda.
Creo que ya estuvo bien de poner esas pendejadas de yoinfluyo.
Cada post se recibe con jitomatazos y no hay respuesta a los comentarios, asi que creo que ya tuvimos suficiente.
Mi buen X, si tu interes es conocer la forma de pensar de la derecha, lee tu los comentarios en su pagina, pero no nos pongas de malas a los demas chivos. Nosotros ya conocemos ese pensamiento y en buen plan, no nos interesa encontrarlo aqui.
Saludos
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