Richard Roch
…explotadores, farsantes, gasnápiros y esdrújulos…”, diría el gran Jesús Martínez Palillo. El mismo discurso de hace 40 años y hoy todavía vigente. Y es que aquí los políticos buscan los cargos con un solo propósito: hacerse ricos en el menor tiempo posible. Punto.
Nada de buscar el bien común. Menos todavía aquello de procurar beneficios para las mayorías. Ni siquiera paliar algunos de los males que azotan a los más pobres. A quién le importa que el peso se haya devaluado 50% nada más de agosto a la fecha. Que en este año aumentemos de cuatro a seis millones de desempleados. Que el narco gane la guerra. Que se acabe de comprobar la tesis del Estado fallido. Que ya no haya nada que ofrecer a nuestros hijos. Que se nos cancele el futuro. Aquí de lo que se trata es de ganar dinero. Cuanto más, mejor.
Por eso sigue mañosamente congelada la ley de salarios máximos. Y continúan los abusos en los gastos desde el Presidente y su gabinete hasta los mandos medios. Igual con los priístas pero sobre todo con los panistas, que servidos con la cuchara grande han generado un gobierno glotónico y obeso mientras muchos se mueren de hambre. Ahí están también las dietas —pero de engorda— de diputados y senadores. Y qué decir de los ministros de la Corte que ganan más de 600 mil pesos mensuales, el triple de don Obama. Y de los desvergonzados consejeros del IFE que querían doblarse el sueldo de 170 mil a 325 mil pesos. O de los pulpejos alcaldes del estado de México que se pagan más que los de Nueva York o París.
Y en todos los casos agregue una caterva de lambiscones disfrazados de asesores, asistentes, choferes y guaruras pululando en torno a cada uno de estos mal llamados servidores públicos y representantes populares.
¿A quién sirven y a quién representan? A mí no me incluyan. A mí me avergüenzan. A mí me irritan. Y no lo digo yo solamente. Cada vez hay más miles y millones de mexicanos que, agobiados por la crisis, rebasan el límite del hartazgo y empiezan no sólo a impacientarse sino también a violentarse. Y ya hablan de protestar al estilo Saramago en la próxima elección de nuevos moluscos. Pero igualmente comienzan a asaltar trenes cargados de granos. O se exponen a morirse con medicinas chatarra según consigna apenas ayer EL UNIVERSAL.
Cuidado: ya están clarísimas señales y advertencias. Los poderosos no pueden seguir tan voraces y provocadoramente irresponsables: chupan fortunas mientras ofrecen empleos miserables de 2 mil pesos al mes. Ya no están despertando al México bronco. Están encabronando a todo México.
…explotadores, farsantes, gasnápiros y esdrújulos…”, diría el gran Jesús Martínez Palillo. El mismo discurso de hace 40 años y hoy todavía vigente. Y es que aquí los políticos buscan los cargos con un solo propósito: hacerse ricos en el menor tiempo posible. Punto.
Nada de buscar el bien común. Menos todavía aquello de procurar beneficios para las mayorías. Ni siquiera paliar algunos de los males que azotan a los más pobres. A quién le importa que el peso se haya devaluado 50% nada más de agosto a la fecha. Que en este año aumentemos de cuatro a seis millones de desempleados. Que el narco gane la guerra. Que se acabe de comprobar la tesis del Estado fallido. Que ya no haya nada que ofrecer a nuestros hijos. Que se nos cancele el futuro. Aquí de lo que se trata es de ganar dinero. Cuanto más, mejor.
Por eso sigue mañosamente congelada la ley de salarios máximos. Y continúan los abusos en los gastos desde el Presidente y su gabinete hasta los mandos medios. Igual con los priístas pero sobre todo con los panistas, que servidos con la cuchara grande han generado un gobierno glotónico y obeso mientras muchos se mueren de hambre. Ahí están también las dietas —pero de engorda— de diputados y senadores. Y qué decir de los ministros de la Corte que ganan más de 600 mil pesos mensuales, el triple de don Obama. Y de los desvergonzados consejeros del IFE que querían doblarse el sueldo de 170 mil a 325 mil pesos. O de los pulpejos alcaldes del estado de México que se pagan más que los de Nueva York o París.
Y en todos los casos agregue una caterva de lambiscones disfrazados de asesores, asistentes, choferes y guaruras pululando en torno a cada uno de estos mal llamados servidores públicos y representantes populares.
¿A quién sirven y a quién representan? A mí no me incluyan. A mí me avergüenzan. A mí me irritan. Y no lo digo yo solamente. Cada vez hay más miles y millones de mexicanos que, agobiados por la crisis, rebasan el límite del hartazgo y empiezan no sólo a impacientarse sino también a violentarse. Y ya hablan de protestar al estilo Saramago en la próxima elección de nuevos moluscos. Pero igualmente comienzan a asaltar trenes cargados de granos. O se exponen a morirse con medicinas chatarra según consigna apenas ayer EL UNIVERSAL.
Cuidado: ya están clarísimas señales y advertencias. Los poderosos no pueden seguir tan voraces y provocadoramente irresponsables: chupan fortunas mientras ofrecen empleos miserables de 2 mil pesos al mes. Ya no están despertando al México bronco. Están encabronando a todo México.
Chivo-comentario: De acuerdo con los agravios. Y las soluciones? No hay que quedarse solamente en el desfogue de cantina, A ORGANIZARSE!
2 comentarios:
A organizarse para que? para protestar? quizá, pero con un plan bien estruturado donde, para empezar, deben irse todos los de la clase política. Ya ni los perredistas son confiables. Tan solo con mirarlos en sus poses, modelando para las fotos que pululan ya en las calles del DF, dan ganas de vomitar.
Hay un post mas arriba que termina asi:
"En América Latina se ha demostrado en la última década que las demandas populares pueden articularse en movimientos sociales que luchan por vía política, logran acceder al gobierno mediante elecciones y desde allí comienzan procesos constituyentes de orientación socialista. El socialismo renovado, sostenido desde abajo, es lo único que puede salvar a la humanidad de la debacle que viene".
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