lunes, febrero 15, 2010

¿Por qué es conveniente que el Estado no sea oficialmente “laico”?

Raúl Espinoza Aguilera

lunes, 15 de febrero de 2010


Saturnino, Cástulo, LucioTengo un amigo que en su juventud leyó unos extraños libros que le dejaron una curiosa impronta, porque era frecuente que cuando conversábamos sobre algún tema, si notaba algo confuso o enmarañado en la cuestión, no dudaba en afirmar con apasionamiento:

–¡Para mí que todo esto es producto de la conspiración judeomasónica…!

Y yo acostumbraba a completar su frase, en tono bromista:

–Sí, sí, marxista-leninista, de tendencia bolchevique, y de lo masónico, más bien del rito yorkino que escocés, por aquello de los pérfidos yanquis…

Ante esa respuesta, al principio se desconcertaba, y luego añadía:

–¿Tú piensas que en todo veo una conspiración o un complot?

–No precisamente, pero por si acaso…

Sonreíamos los dos, mi amigo desdramatizaba su enfoque y más sosegadamente me exponía sus puntos de vista.

Esto viene a colación, por la reforma a la Constitución para declarar en México al Estado como oficialmente "laico".

Reconozco que cuando leí esta noticia en la prensa, me sentí trasladado a la época inmediatamente posterior a la Revolución Francesa, por su sabor a jacobinismo trasnochado, y me recordó esos aires liberales del siglo XIX en nuestro país, con su marcado anticlericalismo, que tanto daño causó a la unidad entre los mexicanos y resultó ser una fuente de innumerables injusticias, tensiones y conflictos sociales.

Ahora, numerosos políticos y comentaristas han radicalizado sus posiciones hasta llevarlos a actitudes increíbles para un siglo XXI, en el que se supone que impera la civilización, la tolerancia, la apertura de mente, el diálogo, la democracia…

Algunos miran con un enorme recelo a las Iglesias y son consideradas "como enemigos a vencer" o "el gran monstruo a derrotar". Las religiones son entonces vistas con desconfianza, disgusto, y como las causantes de todos los males sobre la faz de la tierra.

Algunos no pueden ni mirar con paz un crucifijo, la estrella de David o la media luna islámica (por sólo citar algunos ejemplos), porque de inmediato se sienten nerviosos y perseguidos por no sé cuantas "conspiraciones y complots", como aquel viejo amigo de la juventud.

Entrando más en materia, es universalmente aceptado que dentro de los derechos fundamentales de la persona se encuentra la libertad para profesar o no una religión. Y ello conlleva a que las mujeres y los hombres, de cualquier nación, deben de ser respetados en sus creencias.

El artículo primero de nuestra Carta Magna establece que nadie puede ser discriminado en virtud de su religión. Por lo tanto, la libertad y el respeto de este derecho humano lo garantiza un Estado democrático y no un Estado "laico".

¿Por qué? En primer lugar, porque los ámbitos de la Iglesia y el Estado se encuentran suficientemente delimitados en la Constitución.

En segundo lugar, porque al Estado le corresponde trabajar por el bien común de sus ciudadanos en el orden temporal. Las distintas Iglesias, en cambio, persiguen el bien común espiritual en orden a la salvación de las almas. Es decir, existen dos poderes: el poder natural de la autoridad civil y el poder sobrenatural de la Iglesia.

El Estado, cumpliendo con su fin propio, ha de ayudar y colaborar con las Iglesias, concediendo facilidades para sus diversas misiones espirituales. Apoyando, por ejemplo, las labores educativas, sociales y asistenciales que también realizan las Iglesias en beneficio y servicio humanitario de los ciudadanos.

La Iglesia presta también un importantísimo servicio a la sociedad civil en lo que se refiere al bien temporal, pues impulsa y facilita a los ciudadanos a vivir todas las virtudes, con lo que se asegura el respeto a las leyes (siempre y cuando no se opongan al derecho natural y a la dignidad de la persona humana), al orden, a la paz, a la justicia, etcétera.

De manera que entre el Estado y las Iglesias puede y debe haber una labor de mutua cooperación y ayuda solidaria.

El doctor Jorge Adame, especialista en esta materia, afirma: "Pedir que la Constitución declare que la república es ‘laica’ tendría sólo sentido si la soberanía la compartiera el Estado con las Iglesias, de modo que ante la soberanía constitucional de las Iglesias, el Estado declarara que ejercía la soberanía como instancia laica, y no religiosa. Pero en la Constitución Mexicana esto no es necesario, porque toda la soberanía la ejerce el Estado".

Y también añade: "La omisión de la declaración de confesionalidad en la Constitución, es suficiente garantía de que el Estado no reconoce alguna religión como oficial". Luego entonces, es innecesaria cualquier modificación a este respecto.

En cambio, ¿qué sucederá si el Estado se declara oficialmente "laico"? Quedarían privilegiadas las personas, posiciones o conductas que se consideren "laicas", es decir, ajenas a cualquier creencia religiosa.

Esto, sin duda, conduciría a una situación de discriminación contra los creyentes y a sus diversas manifestaciones religiosas y ello contradice abiertamente los principios constitucionales de igualdad entre todos los mexicanos.

A la república le corresponde ser un Estado sin adjetivos y neutral con respecto de las confesiones religiosas.

Me viene a la memoria aquel empresario judío que decía con respecto a sus muchos amigos católicos mexicanos:

–¡Nos unen tantas cosas para trabajar por el bien de México: un mismo territorio, una misma lengua, una misma bandera, el compartir un mismo sol! Y narraba cómo a lo largo de su vida había contribuido en muchísimas iniciativas de ayuda social a los enfermos y personas con carencias materiales en diversas instituciones de la Iglesia Católica.

Y añadía, a modo de reflexión, en voz alta:

–¿Por qué a veces tenemos la manía de fijarnos en lo que nos separa o nos divide? ¿Por qué no trabajar siempre juntos, no obstante que practiquemos distintas religiones o seamos ateos o agnósticos, y mirar positivamente hacia objetivos comunes por el bien de nuestra Patria?

Le concedí toda la razón. En este mismo sentido, un mensaje permanente del Papa Benedicto XVI, desde el inicio de su pontificado, ha sido que los Estados deben tener una mentalidad plural y de apertura hacia todas las religiones; de reconocer siempre el derecho inalienable de toda persona a vivir de acuerdo a sus propias convicciones y de profesar libremente una religión.

Cuando un Estado dialoga y convive armónicamente con todas las Iglesias, se genera un gobierno maduro y democrático; se establece una trato civilizado en el que se realizan labores conjuntas por el bien de sus ciudadanos.

No cabe duda que un Estado se fortalece en la medida que es más plural, donde hay un clima de libertades, y mira con beneplácito a las diversas manifestaciones culturales y religiosas.

En cambio, la historia de la humanidad nos enseña que la represión de las libertades religiosas ha conducido invariablemente a enfrentamientos y divisiones estériles, a lamentables injusticias, y a la creación de dictaduras y gobiernos intolerantes que atentan contra los derechos humanos.

Finalmente, me parece que bastantes problemas tiene ya nuestro país, como son: la crisis económica, el desempleo, la inseguridad, el narcotráfico, las zonas de pobreza extrema, las lacerantes desigualdades sociales, como para que ahora le añadamos un nuevo enfrentamiento y ambiente de tensión entre el Estado y las diversas Iglesias.

Le pregunto a los legisladores, ¿qué no hay asuntos más urgentes y prioritarios en la vida nacional? ¿Por qué empecinarse en proponer modificaciones a la Constitución que generen desunión y discordia entre los mexicanos?

Porque según el censo del año 2000, el 96.48 por ciento de los mexicanos dice confesar una religión, ¿o es que acaso el Estado "laico" va a caminar en dirección opuesta a la del pueblo de México?

respinoza@yoinfluyo.com
www.yoinfluyo.com

Chivocomentario:
Buenos dias Sr. Espinoza,

Acabo de leer su articulo en Yo Influyo. Estoy completamente de acuerdo con usted en cuanto a su punto de vista sobre trabajar unidos por el bien del pais independientemente del credo que profesemos y que al estado le corresponde trabajar por el bien comun. Sin embargo, en este momento algunas ideas me dan vueltas en la cabeza. Yo soy muy respetuoso de todas las religiones, tengo entendido que en Mexico hay catolicos, judios, musulmanes, protestantes, practicantes de otras religiones, asi como personas que no creen en las religiones, ateos y agnosticos. Como usted bien lo dice, el estado no debe discriminar a nadie, profese o no una religion considero. El estado debe gobernar para el 100% de la poblacion no solo para el 96.48%. Particularmente yo estoy convencido que la labor educativa que muchos catolicos realizan es por el bien comun y en ocasiones yo me he sumado a esos esfuerzos, y no dudo que las otras iglesias aporten al desarrollo del pais tambien en ese sentido. Por esta razon apoyo la idea de que el estado debe ser laico y que debe estar separado de cualquier iglesia, de manera que todas las desiciones que se tomen esten libres de un pensamiento religioso en particular y que por el contrario, los miembros del gobierno, plural por estar formado por personas con la libertad de profesar (o no) la religion que mas les plazca, puedan complementarlas con la formacion etica y moral que su religion (o familia) les haya proporcionado. El articulo 3ro. es muy ilustrativo: La educacion que imparte el estado debe ser obligatoria, laica y gratuita; libre de todo pensamiento religioso y apegada al conocimiento cientifico. Gracias a que la educacion en las escuelas publicas es laica y por consiguiente no tiene contenidos de una iglesia en particular, durante toda mi vida estudiantil he convivido con personas de distintas religiones. Ahora bien, si como yo entiendo su punto de vista, el estado debe gobernar en conjunto con ideas de las diferentes iglesias y no discriminarlas, sera posible que todas las iglesias de Mexico se pongan de acuerdo en cada uno de los temas de la agenda nacional, educacion por ejemplo. Creo que es una pregunta importante pero dificil de responder, cuanto tiempo lleva el conflicto judeo-musulman, los judios no creen en el nuevo testamento mientras los cristianos si, dentro del cristianismo hay vertientes, catolicos, protestantes y ortodoxos los mas importantes. En fin, me parece que el tema de la religion es bastante delicado.

Hasta aqui mi opinion.

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