Mikis Theodorakis*
El sentido común del que dispongo no me permite explicar ni mucho menos justificar la rapidez de la caída de nuestro país desde 2009, caída que lo lleva ahora a recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI), privándolo así de parte de su soberanía nacional y poniéndolo bajo un régimen de tutela. Es curioso que nadie se haya ocupado hasta ahora de lo más simple, o sea de explicar nuestra trayectoria económica con cifras y documentos, para que nosotros, los ignorantes, fuésemos capaces de entender las verdaderas causas de esta evolución vertiginosa y sin precedentes cuyo resultado es la pérdida de nuestra identidad nacional y la humillación internacional.
Oigo hablar de una deuda de 360 mil millones de dólares, pero veo al mismo tiempo que muchos países presentan esas mismas deudas, e incluso mayores. Por tanto, no puede ser ésa la causa esencial de la desgracia. Lo que también me intriga es la desmesurada importancia de los ataques internacionales de los que nuestro país está siendo objeto, y cuya coordinación es casi perfecta, a pesar de tratarse de un país cuya economía es insignificante, lo cual acaba por parecer sospechoso. Todo eso me lleva a pensar que alguien nos está culpabilizando y que nos están metiendo miedo para que nos pongamos en manos del Fondo Monetario Internacional, lo cual tiene una importancia esencial en la política expansionista de Estados Unidos, y que todo el asunto de la solidaridad europea nos es más que una cortina de humo, para que no se vea que se trata de una iniciativa puramente estadunidense, para llevarnos a una crisis económica artificial, para que nuestro pueblo tenga miedo, para que se someta, para que pierda importantísimas conquistas y, finalmente, para que se ponga de rodillas y acepte la dominación extranjera.
Pero ¿por qué? ¿En aras de qué planes y de qué objetivos? Aunque he sido y sigo siendo partidario de la amistad greco-turca, tengo que decir que el repentino fortalecimiento de las relaciones gubernamentales y los precipitados contactos entre ministros y otros actores me inspiran temor, al igual que los recientes viajes a Chipre y la próxima visita de Erdogan. Sospecho que detrás de todo eso se esconde la política estadunidense con sus sospechosos proyectos, que tienen que ver con nuestro espacio geográfico, con la existencia de yacimientos petrolíferos, con el régimen de Chipre, con el mar Egeo, con nuestros vecinos del norte y con la actitud arrogante de Turquía, y que el único obstáculo para esos planes es la desconfianza y la oposición del pueblo griego. En mayor o menor medida, todos los que nos rodean están atados al carro de Estados Unidos. La única diferencia es que nosotros, desde la dictadura de la junta y la pérdida de 40 por ciento de Chipre y hasta las incómodas polémicas con Skopje (la antigua república yugoslava de Macedonia) y con los ultranacionalistas albaneses, hemos venido recibiendo golpes sin tomar conciencia de ello. Por eso tienen que eliminarnos como pueblo. Y eso es precisamente lo que está pasando en este momento. Yo invito a los economistas, los políticos y los analistas a que me desmientan.
Creo que no existe otra explicación lógica, a pesar del complot internacional, en el que han participado los europeos pro estadunidenses, como Merkel, el Banco Europeo, la prensa reaccionaria internacional; todos juntos han participado en el gran golpe, que consiste en degradar a todo un pueblo de la categoría de pueblo libre a la de pueblo sometido. Al menos yo no puedo encontrar otra explicación. Reconozco que no dispongo de conocimientos específicos. Pero lo que digo, lo digo utilizando mi sentido común. Puede que muchos estén pensando lo mismo que yo y quizás podamos comprobarlo en los próximos días. En todo caso, yo quisiera alertar a la opinión pública y subrayar que si mi análisis resulta correcto, la crisis económica –que, como ya dije anteriormente, nos ha sido impuesta– no será entonces otra cosa que el primer trago amargo de una cena de Lúculo y que saldrán entonces a flote cuestiones cruciales de carácter nacional de las que no quiero ni pensar hacia dónde pueden llevarnos.
¡Ojalá me equivoque!
*Mikis Theodorakis es compositor, intelectual y político griego
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