Hace apenas una semana, en el cierre de campaña del candidato a gobernador Eviel Pérez Magaña en la cuenca del Papaloapan, ante una multitud de cerca de 20 mil simpatizantes, Enrique Peña Nieto dijo: En Oaxaca iniciará la brecha donde haremos el camino para que regrese el PRI a Los Pinos.
Antes, el candidato tricolor se había comprometido con el mandatario del estado de México a ayudarlo a ganar la Presidencia de la República en 2012, en agradecimiento al apoyo que le había brindado. Los priístas gritaron ¡presidente, presidente! Peña Nieto respondió: Claro que vamos a ganar 2012, pero primero ganaremos Oaxaca con Eviel Pérez Magaña. Más tarde, durante el cierre de campaña de Javier Duarte en Veracruz, sentenció: El PRI triunfará en los 12 estados este 4 de julio.
Sin embargo, las predicciones de Peña Nieto de carro completo para el 4 de julio fallaron. Pérez Magaña fue derrotado en los comicios en Oaxaca, y el tricolor sólo ganó nueve gubernaturas de las 12 en juego. En Puebla y Sinaloa, los candidatos del PRI –aliados del gobernador mexiquense– no pasaron la prueba de las urnas. Y Peña Nieto se convirtió en uno de los grandes perdedores de la contienda.
En esas condiciones, asegurar –como Beatriz Paredes– que el tricolor tuvo en las pasadas elecciones un avance verdaderamente contundente, es insostenible. El PRI, es cierto, conservó el mismo número de gubernaturas que tenía antes del 4 de julio, pero perdió dos estados claves en términos del padrón electoral (Oaxaca y Puebla, cuarto y quinto lugar, respectivamente), y recuperó dos entidades con muy pocos votantes: Aguascalientes y Tlaxcala.
A pesar del triunfalismo de Jesús Ortega, los resultados fueron francamente malos para el Partido de la Revolución Democrática (PRD). El sol azteca perdió de calle Zacatecas, uno de los pocos estados que administraba, y, en las coaliciones victoriosas en las que participó (salvo el complejo caso de Oaxaca), desempeña el papel de furgón de cola. Quienes ganaron no pertenecen a ese partido y su programa está lejos de ser una plataforma de gobierno. La izquierda partidaria quedó absolutamente desdibujada.
En cambio, una de las ganadoras de la jornada electoral es Elba Esther Gordillo. En Sinaloa, Chihuahua, Tamaulipas, Zacatecas, Durango, Hidalgo, Aguascalientes y Quintana Roo se sumó al PRI. Ganó en todas, salvo en Sinaloa. En Tlaxcala, Oaxaca y Puebla apoyó a las coaliciones con el PAN y el PRD; perdió en una.
Ciertamente, fue derrotada en Veracruz y Sinaloa, que eran importantes para sus ambiciones, pero ganó Puebla. Jesús Vizcarra, su candidato en Sinaloa, salió reprobado, y con él, las aspiraciones del yerno de la maestra, Fernando González, de hacerse Senador y aspirante a la gubernatura. Lo mismo sucedió con su allegado Miguel Ángel Yunes, en Veracruz. En cambio, la profesora alcanzó una destacada victoria en Puebla, apoyando al ex priísta Rafael Moreno Valle, su aliado y protegido.
Una foto da cuenta de esa alianza, tejida años atrás. Fue tomada durante la fiesta del cumpleaños 40 de Rafael Moreno Valle, en la que la maestra fue invitada especial. Sonrientes ambos, parecen madre e hijo. Allí Elba Esther declaró sobre el futuro candidato: Es un extraordinario amigo, un gran político, alguien que está en mi corazón y en mi inteligencia [...]; le deseo que sus sueños de servicio sean para bien de todos.
A su vez, entrevistado por La Jornada de Oriente, Moreno Valle dijo sobre Elba Esther, visiblemente incómodo: “Yo veo mi relación personal que reconozco y acepto con mucho orgullo… Nunca voy a negar a mis amigos… Sería demencial no tener una relación con alguien que tiene el mayor número de agremiados en América Latina y que representa un aspecto importante en el desarrollo del estado… Hay algo que yo le reconozco mucho a la maestra, que es su valentía. Porque yo le comenté unos días antes de que se diera la votación que la reforma hacendaria –de 2007– no iba a ser aprobada y que iba a ser un alto costo político para ella, corría un riesgo… Ella siempre me dijo, son asuntos que son circunstancias donde uno tiene que tomar una definición, y mi definición es tratar de hacer lo que más le convenga al país, y si esto es lo que técnicamente le conviene al país, lo voy a hacer, estoy dispuesta a pagar cualquier costo. Entonces desarrollamos una relación de amistad… Por supuesto que le tengo aprecio, reconocimiento y aprendí de la maestra cuando fuimos diputados y hemos logrado construir una relación de amistad. Yo espero que podamos trabajar a favor de Puebla”.
El triunfo poblano permitirá a Elba consolidar una gubernatura desde la cual operar en el bazar electoral de 2012 con mayor autonomía. Con él refrendó, frente al resto de la clase política, su músculo y su capacidad de operación electoral.
Lo cerrado de los resultados en Durango y Veracruz hace prever que, muy probablemente, habrá conflictos poselectorales en ellos.
Entre los derrotados se encuentra también un buen número de gobernadores. El mito de que los señores feudales pueden garantizar el triunfo de sus correligionarios quedó en entredicho. En Zacatecas, Sinaloa, Tlaxcala, Aguascalientes, Oaxaca, Puebla y Baja California (la mitad de las entidades en pugna) se impuso la alternancia, contra los mandatarios locales.
Visto a la luz de los resultados de este 4 de julio, el panorama electoral para 2012 es mucho más complejo de lo que parecía ser a raíz de los comicios intermedios del año pasado. Sí, como dijo Enrique Peña Nieto en Oaxaca, se inicia la brecha donde haremos el camino para que regrese el PRI a Los Pinos, entonces el tricolor tendrá que prepararse para tiempos difíciles.
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