Tiene dos o tres semanas de nacido. Quien sabe como llegó a la casa, se metió por una rendija de la puerta y desde ayer pasea por el patio. Juega con lo que se acerca, incluso con las gallinas del vecino, que pasan por ahí sin enterarse que cuando se le aproximan el perrito se agazapa y les mueve la cola.
Su cara está destrozada. En estos días los niños juegan mucho con pirotecnia y seguramente le estalló de cerca algún artefacto. El ojo derecho le anda colgando fuera de su lugar, pegado a una cicatriz de tierra y sangre. No sé si siente dolor, pero hambre y sed, seguro que sí.
Cuando me acerco a él comienza a jugar. Empieza por morderme el zapato y termina deshaciendo las agujetas. Sus gestos son terriblemente conmovedores, viniendo de un animal que lo ha sufrido todo y que no se da cuenta de su circunstancia; que no sabe de donde le viene tanta desgracia. Y todavía tiene ganas de jugar.
Llevo varias semanas viviendo un sueño real del que no puedo librarme, con un estado de ánimo que hace que no me interese hablar con nadie y solo quiera recostarme y pensar lo que he hecho y lo que soy. La inocencia y ternura del cachorro hacen que comience a despertarme.
Anoche salí a orinar al patio. El cachorro le ladró a mi sombra. Estaba cuidando.
Hoy salí de casa y no volveré por tres meses. Él se quedó acurrucado en el patio, viéndome partir.
Dentro de poco no quedará nada de él. Sólo estas palabras.
Su cara está destrozada. En estos días los niños juegan mucho con pirotecnia y seguramente le estalló de cerca algún artefacto. El ojo derecho le anda colgando fuera de su lugar, pegado a una cicatriz de tierra y sangre. No sé si siente dolor, pero hambre y sed, seguro que sí.
Cuando me acerco a él comienza a jugar. Empieza por morderme el zapato y termina deshaciendo las agujetas. Sus gestos son terriblemente conmovedores, viniendo de un animal que lo ha sufrido todo y que no se da cuenta de su circunstancia; que no sabe de donde le viene tanta desgracia. Y todavía tiene ganas de jugar.
Llevo varias semanas viviendo un sueño real del que no puedo librarme, con un estado de ánimo que hace que no me interese hablar con nadie y solo quiera recostarme y pensar lo que he hecho y lo que soy. La inocencia y ternura del cachorro hacen que comience a despertarme.
Anoche salí a orinar al patio. El cachorro le ladró a mi sombra. Estaba cuidando.
Hoy salí de casa y no volveré por tres meses. Él se quedó acurrucado en el patio, viéndome partir.
Dentro de poco no quedará nada de él. Sólo estas palabras.
1 comentario:
Pobre cachorro, una de tantas vidas a nuestro alrededor. Me dio gusto encontrar tu relato JA. El tercer párrafo contiene una ironía fantástica. Pude imaginarme el patio y las gallinas, etc.
Casulamente consulté el blog para buscar una entrevista a Onetti que hace algunos años pegaste (no supe como buscarla sin etiqueta...). De hecho fuiste tú quien me recomendo alguna vez este fabuloso escritor.
Querido X, que bueno que mantengas el blog con vida.
Saludos fraternos
- Gustavo
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