Enrique Galván
Ahora que Santiago Creel y Javier Lozano están buscando nuestro voto, Creel para convertirse en candidato a la Presidencia de la República, y Lozano para ocupar un escaño en el Senado, conviene repasar el papel que jugaron en el desastre de Mexicana de Aviación, un expediente aún abierto. Es preciso dividir la historia en dos capítulos: 1) la primera venta de Mexicana, en la que participó Creel, pues formaba parte del consejo de administración de Grupo Posadas, de Gastón Azcárraga, y 2) la segunda venta de la aerolínea, en la que Javier Lozano condujo la maquinación para privarla de una oportunidad de sobrevivir.
La venta a Gastón Azcárraga
El Instituto Nacional de Protección al Ahorro bancario era el accionista mayoritario de la Corporación Internacional de Transporte Aéreo (Cintra), dueño a su vez de Mexicana, y la tenía valuada en mil 465 millones de dólares. Grupo Posada, de Azcárraga, tenía un tamaño nueve veces menor y, a fin de que pudiera quedarse con la aerolínea, fue necesario que el consejo de administración de Cintra, presidido por Andrés Conesa Labastida (premiado luego con la dirección de Aeroméxico), hiciera un descuento de 977 millones de dólares y otros más. De acuerdo con los abogados que representan a los trabajadores, “fue un fraude contra la nación”. Al final de cuentas se le regaló a Azcárraga una empresa que valía mil 465 millones de dólares en sólo 168. Creel, recuerdan, formaba parte del consejo de Posadas. Y, desde luego, no puede soslayarse el silencio del entonces presidente Fox. Posadas le había dado hospedaje a crédito en su campaña política, que tal vez nunca pagó, o pagó con la entrega de la aerolínea.
La segunda venta
Con todas las facilidades que recibió para hacer el negocio, se esperaba que Azcárraga diera gran impulso a Mexicana, aprovechando la sinergia con su grupo de hoteles. No fue así. La llevó a la bancarrota. Un día el país amaneció con la noticia de que suspendía los vuelos, dejaba tirados a miles de pasajeros, y sin sueldo a pilotos, azafatas y trabajadores. La aerolínea que tuvo un valor de mil 465 millones de dólares quedó en poder de una empresa desconocida, llamada Tenedora K, por la ridícula suma de mil dólares. Es en esta segunda etapa en la que participa activamente el ex secretario de Trabajo y hoy aspirante a un asiento en el Senado, Javier Lozano. Este episodio puede resumirse en la supuesta búsqueda de inversionistas que se hicieran cargo de la compañía. No hay y los que hubo supuestamente fueron disuadidos mediante amenazas. Los abogados de los trabajadores dicen que “una serie de actos y omisiones dieron lugar a un fenómeno único en la historia del mundo: la acción concertada de un gobierno para desaparecer a la empresa de aviación más grande del país”, lo cual ha repercutido en el desempleo de su personal, dejar sin pago las deudas con el propio gobierno y beneficiar de manera indirecta a una empresa de capital extranjero mayoritario, como es Aeroméxico, entre otras consecuencias.
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