martes, diciembre 11, 2007

Empecinamiento peligroso

Elsa Piña y Andrés Cañizález
Proceso

CARACAS.- El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, no ceja en su intento de reformar la Constitución de su país. El miércoles 5, tres días después de que su propuesta fue derrotada en las urnas, advirtió:

“Prepárense que vendrá una nueva ofensiva con una propuesta de reforma transformada, simplificada, porque el pueblo sabe que si recoge firmas, ésta se puede someter a referéndum en otras condiciones y en otro momento.”

Hizo esta declaración durante una conferencia de prensa con los responsables del Alto Mando Militar. Se refería a la iniciativa popular, uno de los recursos de que dispone para llevar adelante las reformas que requiere su proyecto de “socialismo del siglo XXI”.

Esa iniciativa consiste en que cualquier ciudadano puede solicitar un nuevo referéndum de reforma constitucional. Para ello debe recolectar 15% de firmas del total de electores del país –16 millones– y presentar su petición al Consejo Nacional Electoral.

Pero el presidente cuenta con otros medios para sacar adelante sus reformas: lo puede hacer mediante iniciativas de ley aprobadas por la Asamblea Nacional dominada por partidos afines a Chávez, luego de que la oposición decidió no participar en las elecciones legislativas de diciembre de 2005.

También tiene la opción de utilizar otra vía: la llamada Ley Habilitante, que otorga al jefe de Estado poderes extraordinarios durante períodos específicos para emitir decretos con fuerza de ley.

La última vez que el Parlamento venezolano aprobó este instrumento legal fue el pasado 30 de enero. Lo hizo con una vigencia de 18 meses, por lo que Chávez tendría hasta el 31 de julio de 2008 para decretar sus reformas mediante este mecanismo.

La madrugada del lunes 3 de diciembre, Chávez aceptó la derrota de su propuesta y advirtió que no le retiraba “ni una sola coma”, porque “está viva, no está muerta. No se pudo por ahora, pero la mantengo”. Inmediatamente después, el general Raúl Baduel, su cercano colaborador hasta julio pasado y figura clave en su regreso al poder tras el fallido golpe de Estado de abril de 2002, advirtió ante reporteros:

“Llamo a los ciudadanos a que estemos en alerta ante la posibilidad de imponer esos cambios (de la propuesta de reforma constitucional) por una vía distinta a la Asamblea Constituyente, usando por ejemplo las leyes habilitantes.”

Un mes antes del referéndum y de manera inesperada, Baduel hizo un llamado para votar contra la propuesta de su compadre (Chávez bautizó a unos de sus hijos) que otorgaría un poder excesivo al presidente.

En los días que siguieron a la primera derrota infligida a Chávez en nueve años de contiendas electorales, el tema del “poder habilitante” estuvo en el centro de las discusiones políticas.

En tres ocasiones el Parlamento le ha otorgado a Chávez poderes extraordinarios mediante esta ley. Lo hizo en septiembre de 2000 y en noviembre de 2001. En esta última, el presidente venezolano decretó 41 leyes con escasas horas de diferencia.

Entre ellas destacó la ley de hidrocarburos, que impide a compañías extranjeras tener mayoría accionaria en empresas conjuntas con la firma estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Así mismo, fue relevante la ley que otorga al Ejecutivo potestad para revisar la propiedad y el uso de terrenos agrícolas.

La cúpula empresarial agrupada en la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecámaras) rechazó este paquete de leyes y el 10 de diciembre de 2001 convocó a un paro de labores de un día. Para los venezolanos, esta acción desató la ola de protestas y manifestaciones que desembocaron en los sucesos de abril de 2002, que sacaron del poder brevemente a Chávez.

El pasado martes 4, el actual presidente de Fedecámaras, José Manuel González, llamó a “un diálogo productivo” entre empresarios y gobierno para dar vuelta a la página del referéndum. A su juicio, “hay que interpretar lo que dijo el pueblo”, pues “algunos voceros del gobierno dicen que por vía de la Ley Habilitante van a imponer lo que el pueblo rechazó, y eso es una falta de respeto hacia los venezolanos”.

Advertencia estudiantil

Durante la campaña por el referéndum, Chávez anunció que en el primer semestre de 2008 aprobaría “100 leyes nuevas” que estarían en sintonía con su propuesta de reforma constitucional.

Luis Vicente León, director de la firma de opinión pública Datanálisis, dice a este semanario que el presidente continuará con sus intentos para instaurar su modelo socialista, de tal manera que podría acudir al poder extraordinario que le dio la Asamblea Nacional. Sin embargo, considera que imponer las propuestas derrotadas mediante leyes podría encender la protesta de los estudiantes universitarios, quienes tuvieron un papel protagónico en las semanas previas a la consulta.

De acuerdo con analistas venezolanos, dos de los aspectos sociales de la reforma –reducir la jornada laboral y crear un fondo universal de pensiones y de seguridad social que incluya a los trabajadores de la economía informal– seguramente se aprobarán por vía legislativa. El 4 de diciembre, el ministro del Trabajo, José Rivero, anunció que hará una labor conjunta con el Parlamento para posibilitar estos cambios.

De los 165 diputados que conforman la Asamblea Nacional, sólo siete votaron en contra de la propuesta de reforma. El Parlamento no sólo respaldó la modificación de 33 artículos constitucionales propuestos por Chávez, sino que agregó otros 36 cambios. La sintonía entre ambos es evidente.

El 4 de diciembre, en sesión legislativa, varios diputados, incluyendo a la vicepresidenta de la Asamblea, la periodista Desiré Santos Amaral, expresaron su apoyo al jefe de Estado y le plantearon que el Parlamento puede ser el espacio apropiado para impulsar las propuestas derrotadas durante el referéndum.

El diputado Carlos Escarrá, promotor de los cambios a la Constitución, dijo: “Este proyecto de reforma constituye la base ideológica del socialismo que vamos a construir. Esta propuesta sigue en la calle. No está siendo engavetada: la llevamos en el corazón”.

Líderes del movimiento estudiantil, que tuvo un papel clave en la derrota electoral de Chávez porque sus manifestaciones lograron despertar el entusiasmo de la ciudadanía para votar por el “no”, advirtieron que es un error insistir en los postulados de la reforma a la luz de los resultados del referéndum.

El presidente de la Federación de Centros Universitarios de la Universidad Central de Venezuela, Stalin González, dice a Proceso que Chávez debe actuar “a favor de la reconciliación y no insistir en un proyecto que divide a la sociedad”.

Por su parte, Freddy Guevara, dirigente estudiantil de la Universidad Católica Andrés Bello y uno de los rostros más visibles del movimiento universitario, comenta a este semanario que si Chávez insiste en aplicar aspectos de la reforma, “los estudiantes no nos quedaremos cruzados de brazos”.

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