Arturo Dávila
Así están las cosas, Tácito,
así están:
un borrego se come al lobo
y en el cielo vuela un pez
el sapo y la serpiente duermen juntos
y de un gato nace un ratón
el león huye del chacal
y el venado ya es cazador.
¡Qué tiempos son éstos
en que los perros guían a los elefantes!
Toda la noche truena
pero la lluvia no cae.
Los profetas de Kaliyug
enredan al mundo en sus redes,
lo hechizan y lo destruyen:
un hombre sin devoción
es llamado devoto
el mercader aparta la miel
para hacernos beber veneno
un hablador se vuelve profeta
y un cobarde es general
los policías son ladrones
y el juez es un criminal
el doctor nos trae la muerte
y un gorila llega al poder
la televisión es nuestra iglesia
y la usura es la moral.
Por eso te pregunto, Tácito,
aunque sé
que tu silencio me responderá:
¿Si el dueño de la casa es un carnicero
qué importan los inquilinos?
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