Patricia Peñaloza
ruta_sonora@yahoo.com
El lunes 15 de septiembre, el programa Later… with Jools Holland, de la BBC de Londres, tenía programado grabar en vivo a David Gilmour, segundo guitarrista (el iniciador fue Syd Barrett) de la histórica banda inglesa de rock experimental, sicodélico y espacial, Pink Floyd, y al tecladista fundador de la misma, Rick Wright. Pero tres semanas antes, Wright le mandó un mensaje de texto a Gilmour, anunciándole que por problemas de salud, no asistiría. Y sí. Richard Wright dejó de asistir, no sólo al programa sino al festín de la vida, al fallecer de cáncer, el mismo día, a los 65 años. La fuente oficial no especificó qué clase de cáncer. Sus familiares solicitaron respeto y que no se indagara más sobre su “corta batalla” contra esa enfermedad. Todo indica que le fue diagnosticada de súbito, hace poco tiempo.
Rick era, así como George Harrison en los Beatles, el integrante más callado y modesto, noble y lejano a los egos desbordados de Roger Waters (quien lo corrió en 1979 del grupo, para luego hacerlo tocar como músico a sueldo en la gira de The Wall) y de Gilmour (quien, una vez separado Waters tras perder el pleito legal en que pretendía prohibir a los demás usar nombre y canciones del grupo, reagrupó a Wright en 1987 para grabar A momentary lapse of reason, pero, ¡no como miembro oficial!, sino hasta 1994, para la gira The Division Bell).
Desde que el grupo se formó, en 1965, hasta los 90, su talento y sonrisa permanentes, su creación etérea y atmosférica, fueron indispensables para el sonido único, seminal, de Pink Floyd. Influido por Miles Davis, Wright aportó distintivos elementos de jazz y soul. Sus farfisas y hammonds sicodélicos, así como sus sintetizadores espaciales, se enfocaron a generar atmósferas y texturas, más que virtuosismos. El acento específico de Rick dio sustento melódico y personalidad a Pink Floyd, no sólo como “acompañante”, sino como coautor, en temas fundamentales como Summer 68 (del Atom Heart Mother, 1970), Susyphius (del Ummagumma, 1969), Us and them (cuya figura pianística central fue originalmente escrita para el filme Zabriskie point, de Michelangelo Antonioni, pero fue rechazada) y sobre todo The great gig in the sky, ambas del Dark side of the moon (1973).
Gilmour, en dicho programa, que se transmitió hasta el martes 23, le recordó al tocar Remember a day, de completa autoría de Wright, del Saucerful of secrets (1968) y reiteró: “Era un hombre dulce, discreto; su voz melancólica y forma de tocar fueron vitales para muchas de las canciones más memorables de Pink Floyd. Es importante recordarlo, pues en las discusiones que buscan definir la identidad del grupo, a menudo se olvida su contribución”. Descanse en paz Rick Wright, quien debe estar ahora ejecutando su “gran acto en el cielo”, al lado de Syd Barrett.
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El lunes 15 de septiembre, el programa Later… with Jools Holland, de la BBC de Londres, tenía programado grabar en vivo a David Gilmour, segundo guitarrista (el iniciador fue Syd Barrett) de la histórica banda inglesa de rock experimental, sicodélico y espacial, Pink Floyd, y al tecladista fundador de la misma, Rick Wright. Pero tres semanas antes, Wright le mandó un mensaje de texto a Gilmour, anunciándole que por problemas de salud, no asistiría. Y sí. Richard Wright dejó de asistir, no sólo al programa sino al festín de la vida, al fallecer de cáncer, el mismo día, a los 65 años. La fuente oficial no especificó qué clase de cáncer. Sus familiares solicitaron respeto y que no se indagara más sobre su “corta batalla” contra esa enfermedad. Todo indica que le fue diagnosticada de súbito, hace poco tiempo.
Rick era, así como George Harrison en los Beatles, el integrante más callado y modesto, noble y lejano a los egos desbordados de Roger Waters (quien lo corrió en 1979 del grupo, para luego hacerlo tocar como músico a sueldo en la gira de The Wall) y de Gilmour (quien, una vez separado Waters tras perder el pleito legal en que pretendía prohibir a los demás usar nombre y canciones del grupo, reagrupó a Wright en 1987 para grabar A momentary lapse of reason, pero, ¡no como miembro oficial!, sino hasta 1994, para la gira The Division Bell).
Desde que el grupo se formó, en 1965, hasta los 90, su talento y sonrisa permanentes, su creación etérea y atmosférica, fueron indispensables para el sonido único, seminal, de Pink Floyd. Influido por Miles Davis, Wright aportó distintivos elementos de jazz y soul. Sus farfisas y hammonds sicodélicos, así como sus sintetizadores espaciales, se enfocaron a generar atmósferas y texturas, más que virtuosismos. El acento específico de Rick dio sustento melódico y personalidad a Pink Floyd, no sólo como “acompañante”, sino como coautor, en temas fundamentales como Summer 68 (del Atom Heart Mother, 1970), Susyphius (del Ummagumma, 1969), Us and them (cuya figura pianística central fue originalmente escrita para el filme Zabriskie point, de Michelangelo Antonioni, pero fue rechazada) y sobre todo The great gig in the sky, ambas del Dark side of the moon (1973).
Gilmour, en dicho programa, que se transmitió hasta el martes 23, le recordó al tocar Remember a day, de completa autoría de Wright, del Saucerful of secrets (1968) y reiteró: “Era un hombre dulce, discreto; su voz melancólica y forma de tocar fueron vitales para muchas de las canciones más memorables de Pink Floyd. Es importante recordarlo, pues en las discusiones que buscan definir la identidad del grupo, a menudo se olvida su contribución”. Descanse en paz Rick Wright, quien debe estar ahora ejecutando su “gran acto en el cielo”, al lado de Syd Barrett.
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